domingo, 13 de mayo de 2012

Capilla Real (63)

El 7 de septiembre de 1312 fallecía en Jaén el rey Fernando IV de Castilla. La primera intención del infante con Pedro, tras proclamar rey a Alfonso XI, fue la de llevar su cadáver a Toledo o Sevilla, pero las grandes calores aconsejaron sepultarlo en una ciudad más próxima como a Córdoba , y aquí lo enterraron.

Alfonso XI había manifestado la voluntad de ser enterrado en la capilla donde yacía el rey don Fernando, su padre, en la iglesia mayor de Santa María de Córdoba. El monarca falleció en Gibraltar el 27 de marzo de 1350, víctima de la peste negra. Que coincide con la fecha de conclusión de la capilla.

La mandó hacer Enrique II, o también puede ser que cuando murió Fernando se empezara a construir quedando sin finalizar por la huir los alarifes musulmanes a Granada. Y ya finalmente Enrique II la terminó construyendo la parte alta.

Esta capilla está decorada con un ornato menudísimo, casi plano, que se repite cubriendo toda la superficie, con un ataurique muy lejano de sus formas naturales originales y motivos geómetricos. La cúpula está decorada con mocárabes de yeso.

El acceso a la planta alta de la capilla se hacía desde siempre, desde la dos puertas, hoy ventanas, de su costado occidental, a las que se tenía acceso desde el presbiterio de la capilla de Villaviciosa. En la hornacina central de la capilla se encuentra hoy una imagen de San Fernando del s. XVIII.

Los resos mortales de los monarcas estuvieron en esta capilla hasta 1736 en que se trasladaron procesionalmente a la Colegiata de San Hipólito por disposicióm de Felipe V, y los capellanes reales se llevaron consigo todo el patrimonio mueble de la capilla.

Este abandono permitió que su planta baja se convirtiera en sacristía de la capilla de Villaviciosa durante el pontificado de don Pedro de Salazar y Góngora en 1739.

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