domingo, 13 de mayo de 2012

Capilla de San Acacio y Compañeros, y Once mil Vírgenes (8)

A fines del s. XIV, en 1398, el obispo electo de Córdoba don Fernando González Deza, que había conseguido una singular reliquia de una de las Once mil Vírgenes, se obliga ante el cabildo a dotar la fiesta de estas mártires. Fue de Santa Úrsula una mártir cristiana que murió en el año 450, y cuyas reliquias se guarda en Colonia. Ella misma formó parte de las Once mil Vírgenes. En esta capilla fue enterrado este insigne prelado en 1424.

Su primer retablo de pintura en tabla fue ejecutado en el monasterio de Guadalupe.

El único testimonio que queda de los años fundacionales es la inscripción sepulcral en mármol blanco de chantre, con su escudo de armas e inscripción.

La capilla, excepto la lápida y la reja, sufre una remodelación total mediante la construcción de una media naranja, que le proporciona una mayor luminosidad, y la talla de un nuevo retablo. Ambos proyectos se contratan en 1714 con el escultor Teodosio Sánchez de Rueda, actuando como fiador Pedro de Cobaleda, maestro dorador. Se supone que el cabildo debió consultar al menos el proyecto, cuyas primeras referencias datan de 1711, con el maestro mayor Francisco Hurtado, del que se ve su evidente influencia.

El contrato suponía el aprovechamiento de un Ecce Homo, la hechura de la imagen de san Acacio –general romano convertido al cristianismo, que por no abjurar de su fe sufrió los mayores tormentos en el año 108- y la pintura de siete lienzos. Para algunos investigadores, la imagen del titular es mucho más fina de factura que otras esculturas de Teodosio Sánchez, lo que hace pensar que esta parte del encargo también pudiera haberla realizado el músico-pintor italiano Juan Pompeyo o algún escultor de oficio.
Las pinturas, que representan la Anunciación, la Visitación, san Pedro, San Pablo, San Juan de diós, una santa –posiblemente Santa Ursula- y la Purísima Concepción, son de Pompeyo.
El elemento más llamativo de la composición del retablo es el juego de cuatro estípites de monumentales proporciones que articulan el cuerpo inverior.

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