domingo, 13 de mayo de 2012

Capilla de San Pedro (15)

Desde los primeros días después de la Dedicación de la Catedral, como lugar preminente y próximo al altar mayor, se colocó en ella –antiguo mihrab de la Mezquita omeya- la cura de almas de la collación de Santa María (hoy llamada Sagrario de la Catedral), donde se mantuvo hasta 1586.

Recordando el cabildo de la Catedral la hazaña de don Alfonso Fernández de Montemayor, adelantado mayor de la frontera, se le hace donación de esta capilla a solicitud de Enrique II en 1368 para enterramiento de los de su linaje, con condición de que “non mandedes nin podades mandar que vos nin otro alguno se entierre en la capelleta de las losas, que era el alquiblia de los moros, que está dentro de la dicha capilla de San Pedro, saluo que siempre finque e esté desenbargada”.

Es en este momento cuando se cierra la puerta original del sabat y se abre otra a su lado, a un metro de distancia, que permitía al obispo el paso desde la Catedral a su palacio. La parte frontal al mihrab se cerró en parte con muro y dos rejas hasta la altura de los capiteles.

El altar y retablo de pintura en tabla costeado por don Alfonso se colocó en el costado oriental de la capilla, en el lugar que hoy ocupa la lápida de doña Leonor Bocanegra, nieta del Adelantado, dejando libre el acceso al mihrab que servía de sacristía de la misma. Nunca hubo retablo alguno apoyado ante la embocadura del mihrab.

Bajo la cúpula se hizo una cripta y sobre ella se colocó el sarcófago de don Alfonso Fernández de Montemayor en el centro de la capilla y elevado del suelo, que se conservó en el lugar hasta comienzos del s. XX, de la que R. Ramírez de Arellano dice que era una tumba de mármol de una sola pieza hueca y sin inscripción que por único distintivo tenía sobre la tapa la banda adragantada que la cruzaba de derecha a izquierda (museo de San Clemente).
Junto al lado del Evangelio del altar arriba indicado se hallaba el tenante de altar visigodo colocado hoy en el Museo de San Vicente, según consta por grabados del s. XIX.

Poco antes de 1390 se debió instalar el altar ya reseñado el retablo gótico que se mantuvo hasta el año 1815. Este se componía de cinco pinturas en tabla –Santa Catalina de Alejandría, San Francisco de Asís, San Pedro, San Pablo y la Virgen de la Leche- producidas por un buen artista, especialmente dotado para el dibujo, restauradas en torno a 1950.

Las rejas actuales se colocaron en fecha posterior a 1741, para, finalmente, quitarles altura durante la etapa de restauraciones de R. Velázquez Bosco. Fue también este arquitecto quien sólo con losas de mármol blanco el espacio del vestíbulo del mihrab.

No hay comentarios:

Publicar un comentario