domingo, 13 de mayo de 2012

Capilla de Santa Teresa o del Cardenal y Sacristía Mayor (17)

En la primera mitad del solar de esta capilla se asentaban, desde comienzos del segundo tercio del s. XIV, las capillas de San Martín y de San Andrés. La capilla de san Martín fue fundada por don Pay Arias de Castro, señor de espejo, antes del 1330. Y la capilla de San Andrés fue erigida y dotada por el deán de la Catedral don Gil Pérez, fallecido en 1341. Cuenta J. Vázquez Venegas que, con motivo de la construcción de la capilla de Santa Teresa, su escudo de armas, la imagen del santo y parte del retablo fueron trasladados al altar que estaba junto al confesonario del penitenciario. Por extinción del patronato de la capilla de San Martín y en virtud de los derechos que ostentaba sobre la de San Andrés, sus solares fueron dados por la Fábrica de la Catedral al cardenal Salazar para la construcción de su capilla de Santa Teresa y de su panteón, que, a la vez, tendría uso y nombre de Sacristía Mayor de la Catedral por aprovecharse también del espacio que desde la Dedicación de la Catedral servía de sacristía de la misma, conservando así parecidos usos a los que tuvo este lugar durante el período musulmán.

El Cardenal Salazar, obispo de Córdoba desde 1686, encargó en 1697 a Francisco Hurtado Izquierdo, maestro mayor de las obras de la Catedral, el proyecto de su capilla. Esta obra, de forma octogonal, el arquitecto introdujo por primera vez en Córdoba el tipo de decoración, caracterizado por el empleo de la clásica hoja de acanto en exuberante profusión, que ya había utilizado en los retablos de San Pedro en Priego.
Las yeserías del cuerpo de luces y de la media naranja se terminaron en 1703, según consta en la cartela del interior. Tiene forma ochavada y consiste en una hermosa cripta, en la que el arquitecto hizo alarde de su gran pericia constructiva, y en la sacristía propiamente dicha, unida entre sí por una escalera de tres tramos de mármol rojo de Cabra, situada tras la antigua capilla de la Cena. La ejecución de las yeserías de la cúpula estuvo a cargo de Teodosio Sánchez de Rueda a partir de 1702.

En 1705, Teodosio Sanchez talló el primer retablo de Santa Teresa frente a la entrada, sustituido posteriormente por el actual, de estilo neoclásico y estucado finísimo, y le fueron encargados los dos retablos-relicarios de la cripta.

En el curso de los años 1709-10 fue uno de los escultores que, junto con Domínguez Lemico y Juan Prieto, intervino en la ejecución del sepulcro del mármol del ya difunto purpurado, obra proyectada por Hurtado en imitación de los sepulcros papales de Bernini en la basílica de San Pedro de Roma, pero queda por debajo de los modelos. El escultor empleó mármol negro para la parte arquitectónica y mármol blanco para las figuras, con un resultado pesado y sin gracia.

En 1712, Teodosio Sánchez contrató la hechura de dos exuberantes marcos de talla para los lienzos de la Purísima Concepción y de la Asunción que se colocaron encima de las puertas que conducen al Tesoro y a la Cripta. En el año siguiente se dedicó a terminar la decoración de esta última pieza. Ejecutó por este tiempo la talla de los ocho compartimentos de la bóveda, cada uno con un diseño distinto, los marcos para cuatro cuadros que pintó el violinista Juan Pompeyo, así como también las figuras en madera de los Doctores de la Iglesia sobre sus respectivas repisas.

La decoración de la cripta se completó con otros cuatro retablos más con lienzos de Juan Pompeyo, que representaba a San Eulogio, la Aparición de Nuestra Señora de la Merced a Jaime I, y la Transverberación de Santa Teresa y el Martirio de San Zoilo.

Entre los arcos de la capilla y sobre repisas de mármol están colocadas las imágenes en piedra de San Ramón Nonato, San Agustín, San Francisco de Asís, San Bernardo, San Pedro Nolasco, Santo Domingo, San Antonio de Padua y San Francisco de Paula, talladas, así como la de Santa Teresa, que preside el altar central, por el escultor José de Mora. Es de excelente calidad el relieve en bronce de la puerta del sagrario que representa el Entierro de Cristo, que, según R. Ramírez de Arellano, fue traída de Italia, obra de Virgilio Castilli.

Los tres grandes lienzos de estuco de Santa Teresa, central de la capilla, se hizo a devoción del canónigo tesorero don Cayetano Carrascal, para lo que pidió permiso al cabildo en 1798, obra, posiblemente, de Ignacio de Tomás, maestro mayor desde dos años antes. Los restos de don Cayetano descansan ante esta sacristía.

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