domingo, 13 de mayo de 2012

Capilla de la Conversión de San Pablo (65)

Fue fundada en un periodo especialmente brillante para la nobleza cordobesa, aupada por las mercedes de Enrique II, 1387, por doña Elfa de la Torre, viuda de don fray Pero Muñiz de Godoy, maestre de la orden de Santiago.

En 1610 se le dio licencia a Fernando Carrillo para que reedificara esta capilla y se creó un taller en la galería norte del Patio de los Naranjos, junto al Caño Gordo, donde se labraron los sillares y se guardaron los materiales de la obra.
La amplia inscripción de los lados del altar recuerda al fundador de la capilla, y a Fernando Carrillo, cuyos méritos en favor de la monarquía española se recuerdan ampliamente.
Parte de la iconografía de la capilla se sustenta en estos elementos citados.

Se cree que la obra la comenzó, el maestro mayor de la catedral en ese momento, Blas de Masavel, oficial de Juan de Ochoa. De ahí el parecido entre la bóveda de esta capilla y la del coro de la catedral.
En ella, por influjo italiano, los lunetos se alternan con enjutas se hallan ocupados por los Padres de la Iglesia occidental: Gregorio Magno, Jerónimo, Ambrosio y Agustín, junto con las lágrimas de San Pedro y Santiago, sentado y con báculo de peregrino. En los registros de las enjutas, sostenidos por pares de niños atlantes: Sasn Juan Bautista, San Eulogio de Córdoba, San Juan Evangelista y Santo Tomás.
En la gran banda longitudinal, ocupa el centro la Coronación de la Virgen María, flanqueada por dos ángeles que sujetan sendos escudos con la insignia de la orden de Santiago, y en los extremos de ella, San Pelagio y Santa Flora, mártires de Córdoba.

Una bella imagen de la Concepción de María estaba situada en el interior sobre la puerta de entrada, coetánea de la construcción de la capilla. Se desconoce la autoría del retablo, pero pudiera estar relacionado con el mayor de la parroquia de Guadalcázar, ejecutado por Felipe Vázquez de Ureta.

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